lunes, 2 de noviembre de 2015

Cada hora, dos niñas son víctimas de la violencia sexual en Colombia

Artículo de El Tiempo, del 10 de Octubre de 2013


La violencia sexual es uno de los principales dramas que enfrentan las niñas colombianas. Entre enero y septiembre pasados, según el Instituto de Medicina Legal, se presentaron 11.333 casos de violencia sexual de menores, de los cuales el 83 por ciento correspondieron a niñas (9.423 casos). Es decir, cada hora dos niñas son víctimas de algún tipo de agresión sexual.
El último de esos casos que ha trascendido es el de María Paula Hernández, de 11 años, quien en su casa en Usaquén, en el norte de Bogotá, fue víctima de violencia sexual y luego fue asesinada. Este miércoles, la Fiscalía decidió llamar a interrogatorio a la mujer que la cuidaba.
En el 2012, Medicina Legal practicó 16.421 exámenes médico-legales por presuntos delitos sexuales contra menores de edad, de los cuales 13.575 (el 82 por ciento) fueron realizados a niñas entre los 0 y 17 años. En el 2011 fueron 19.617.
Los actos de violencia sexual son el abuso, el acceso carnal violento, el asalto sexual, la pornografía, la esclavitud sexual, trata o prostitución forzada.
Del informe se destaca que los principales agresores están cerca de las niñas. En el 39 por ciento de los casos, el victimario era un familiar; en el 9 por ciento, un conocido; en el 9 por ciento, un amigo de la casa y en el 8 por ciento, un vecino.
Estas cifras se dan a conocer a propósito de la conmemoración del Día Internacional de la Niña, proclamado por Naciones Unidas y el cual se celebra mañana, y que llama la atención de los gobiernos sobre la discriminación y otros problemas que afectan a las niñas.
Además de la violencia sexual, las niñas colombianas son víctimas de pobreza, violencia y desplazamiento forzado y de explotación laboral. En el 2012, Medicina Legal determinó que cada día, 39 niñas fueron víctimas de diferentes tipos de violencia. Al año, 171 son asesinadas y 60 se suicidan.
Entre enero y agosto de este año, el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF) ha atendido a 15.859 niñas y adolescentes que han sufrido algún tipo de violencia o vulneración de derechos.
Los motivos de ingreso más frecuentes son abuso sexual (4.078 casos), maltrato infantil (2.766), condiciones especiales de los cuidadores (discapacidad, privación de la libertad, ausencia prolongada del país), secuestro o evasión de la justicia (2.717) y responsabilidad penal o conflicto con la ley (1.072).
El 46 por ciento de los casos de vulneración se concentran en Bogotá (2.815 casos), Valle del Cauca (2.048), Cundinamarca (938), Atlántico (780) y Nariño (732).
Pero este flagelo también es porque en las áreas cultural y social “se toleran las manifestaciones de violencia contra las mujeres, mucho más cuando se trata de niñas y adolescentes”, según Adriana González, directora encargada del ICBF.
Según la Fundación Plan -entidad abanderada de la celebración del Día Internacional de la Niña-, muchas niñas no acceden a los mismos derechos de los niños (como por ejemplo, educación y recreación) porque existen culturas en las que se cree que los niños (varones) representan cierta superioridad.
Gabriela Bucher, gerente de la Fundación Plan, afirmó que en muchos casos las niñas sobrellevan la carga de la pobreza y la perpetúan cuando se convierten en madres adolescentes, frustrando, de paso, sus proyectos de vida.
“En Colombia, una de cada cinco adolescentes ya es madre o está embarazada, según la Encuesta de Demografía y Salud del 2010. Muchas de esas niñas no vuelven a estudiar”, explicó Bucher.
Las cifras de embarazos tempranos son más altas en Amazonas (35 por ciento) y Chocó (29 por ciento). El promedio nacional es del 19 por ciento.
En Cartagena, las niñas son dueñas de su destino
“Yo no quiero quedar embarazada tan pequeña. Nadie puede irrespetarme ni tocar mi cuerpo”, dice con simpatía la niña, de 12 años, mientras juega con un grupo de amigas y vecinas del sector de El Pozón, en Cartagena.
Ella es una de las 500 niñas y adolescentes de esa ciudad, y de varios municipios vecinos, que conforman el proyecto ‘Conduciendo nuestros destinos’, de la Fundación Plan.
Esta iniciativa busca blindar a estas niñas de los riesgos que corren en sus comunidades, como la violencia sexual, los embarazos tempranos, el consumo de drogas, la violencia intrafamiliar y el pandillismo.
“He aprendido a ser fuerte, a quererme mucho, a que el estudio es lo más importante”, dice otra de las niñas, quien considera que muchas adolescentes quedan embarazadas no porque desconozcan los métodos de planificación, sino por falta de autoestima y de un proyecto de vida claro.
“Creo que uno de los problemas más graves de las niñas es la violación. A muchas niñas de aquí las han violado, y eso les daña la vida”, opina otra de las participantes del proyecto y quien se ha convertido en una líder de su comunidad.
“A las otras niñas les digo que todo hay que hacerlo a su tiempo: tener novio, tener hijos. Primero hay que estudiar”, sigue ella, y denuncia que en El Pozón las pandillas se han convertido en una amenaza para las niñas y jóvenes.
“Muchas niñas se enamoran de los pandilleros y terminan convertidas en pandilleras, robando a la gente y consumiendo drogas”, añade.
El drama de dos menores que recuperaron su vida
‘Es muy cruel ver a mi hijo llorar de hambre’
"Tenía 13 años y la mujer de mi hermano me presentó a un muchacho de 18, amigo de ella. Él me dijo que yo le gustaba mucho.
Empezamos a salir y al poco tiempo me propuso que me fuera a vivir con él en una pieza, en el barrio Olaya, en El Pozón (Cartagena), y acepté. Yo no había tenido relaciones sexuales, y no sabía cómo era eso. Al poco tiempo quedé embarazada.
Al principio, mi marido era muy especial, pero después se volvió agresivo: me pegaba puños, me arrastraba del pelo, me insultaba, me dejaba encerrada, sin comida.
Tuve mi hijo, que es un bebé hermoso, una gran bendición, pero es muy duro verlo llorar de hambre porque no tengo comida para darle.
Hace seis meses llegué con mi hijo a la Fundación Juan Felipe Gómez Escobar. Tenía un ojo morado porque mi marido me había pegado la noche anterior. Nos hicieron exámenes. Mi hijo y yo estábamos desnutridos.
Aquí nos han dado mucha ayuda; volví al colegio y estudio panadería. Quiero que a mi hijo no le falté nada. Tengo 17 años y le pido a Dios que cambie a mi marido, porque quiero volver con él.
‘Desde los 13 años me explotaron’
Una amiga me dijo: ‘Vuélese de la casa y véngase a vivir conmigo’. Yo tenía 13 años y estaba desesperada porque mis papás peleaban mucho, me pegaban y pasábamos hambre.
Ella me dijo que para ganar plata me tenía que desnudar, dejarme tomar fotos y hacerles cosas a los hombres, y me decía que mi virginidad valía mucha plata. No sé cuánto le pagarían, pero a mí me dio 200.000 pesos.
No sabía que eso era un delito, y como un primo me había violado cuando yo tenía ocho años, no tenía autoestima.
En Cartagena, a muchas niñas nos venden como mercancía a los turistas. Había un carpero (hombre que alquila carpas en las playas) que me ofrecía a los extranjeros, que me llevaban a hoteles y a apartamentos. Para acostarme con ellos empecé a consumir drogas.
Unos ecuatorianos nos iban a sacar del país, a una amiga y mí, con la promesa de que nos iban a dar ropa y mucha plata, pero la Policía se dio cuenta y los metieron a la cárcel, y a nosotras nos llevaron para el Bienestar Familiar. Pero me escapé y volví a la calle.
Después de cuatro años en esas conocí una fundación que me dio la mano, que me enseñó a valorarme y donde superé mi adicción. Acabo de cumplir 18 años, estudio turismo y doy charlas en colegios de Cartagena para que las niñas no caigan en las redes de explotación sexual, para que no repitan mi historia

lunes, 3 de agosto de 2015

Los crímenes olvidados de las FARC

Artículo de Revista Semana.com del 25 de agosto de 2015.


Semana conoció en exclusiva detalles de los centenares de violaciones a mujeres civiles que no tienen relación con el conflicto y que hacen parte de uno de los delitos atroces de las FARC.

Pocos delitos merecen mayor repudio y son tan aberrantes como la violación de mujeres. Peor aún cuando la víctima es una menor de edad. Las secuelas son permanentes y el crimen se convierte en un fantasma que nunca abandona a sus víctimas.

Sin embargo, en un país como Colombia, que se acostumbró a ver como algo cotidiano y casi rutinario masacres o vendettas mafiosas, la violencia sexual contra las mujeres es considerada por muchos un tema secundario del que poco o casi nada se habla. El asunto es todavía más ignorado cuando las mujeres son abusadas sexualmente por algunos de los actores del conflicto, casos que generalmente ocurren en las veredas, corregimientos y municipios apartados.

Tras la desmovilización de los grupos paramilitares y durante el proceso de Justicia y Paz, el país conoció los vejámenes y las aberrantes prácticas de violencia sexual desarrolladas durante años por esos grupos. Casos como el de Hernán Giraldo, el extraditado jefe paramilitar de la Sierra Nevada que violó centenares de niñas vírgenes menores de 15 años, fueron conocidos por la justicia y la opinión pública. Decenas de desmovilizados de las AUC también han contado en años recientes cómo parte de la expansión y estrategia de terror de los bloques paramilitares consistió en implementar una política sistemática basada en violar a las mujeres en los lugares a los que llegaban.

Si bien la desmovilización paramilitar permitió conocer parte de ese horror, la realidad es que el tema de la violencia sexual contra las mujeres por parte de otro de los principales protagonistas del conflicto, las Farc, ha permanecido ignorado durante décadas. No solo por la propia guerrilla, sino por el propio Estado.

Lo poco que hasta ahora se sabía sobre abusos sexuales en las Farc se ha conocido por los testimonios de las guerrilleras desmovilizadas, reinsertadas o capturadas. Muchas de ellas han contado en detalle que cuando hicieron parte de las filas de la subversión fueron violadas por sus comandantes o compañeros, y en no pocos casos convertidas en esclavas sexuales. Si bien esas prácticas en las filas no son menos aberrantes, hay una que hasta ahora se conoce y es la de violación de civiles por parte de la guerrilla.

En medio del proceso de paz que se adelanta con las Farc, la Fiscalía General empezó a documentar y a recolectar por todo el país centenares de expedientes de todo tipo que involucran a esa guerrilla, con el fin de determinar las diferentes clases de delitos y así poder individualizar y eventualmente imputar a los responsables. Secuestro, reclutamiento de menores, desplazamiento forzado, entre otros, hacen parte de los temas. Hace un poco más de dos meses, a la dirección de análisis y contexto de esa entidad –Dinar– le correspondió hacer esa labor y uno de los temas prioritarios fue el de violencia sexual.

Los fiscales e investigadores comenzaron a recolectar los casos que durante años estuvieron acumulando polvo en despachos desperdigados a lo largo y ancho del país. También comenzaron a solicitar y cruzar información de entidades en las que existían denuncias de violencia sexual que no necesariamente estaban en la Fiscalía. Fue así como tuvieron acceso a los casos documentados por el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar –ICBF– y la impresionante base de datos de la Defensoría del Pueblo, entidad que no solo tiene una amplísima cobertura en todo el país, sino que por su naturaleza misma genera la mayor confianza entre las víctimas al momento de denunciar.

El resultado de lo que hasta ahora han encontrado en escasos dos meses es impactante. En la Dinar ya reposan y están documentados 428 casos de mujeres civiles que fueron abusadas sexualmente por hombres de las Farc. También están los casos de 118 niñas menores de edad, con rangos de edad entre los 4 y 17 años, que fueron víctimas de integrantes de esa guerrilla. Incluso hay cerca de diez casos documentados en los que las víctimas fueron hombres, dos de ellos niños.

No se trata de un asunto menor. Los más de 500 casos documentados en un periodo tan corto son bastante reveladores, y dan una idea de la dimensión de lo que ocurrió durante décadas en el país y que nadie quiso ver hasta ahora. Lo que hasta ahora se ha investigado abarca entre 1995 y 2014. Los fiscales no dudan que esa cifra de víctimas se disparará en cuanto se adelante el trabajo en terreno y se conozcan los casos de víctimas que no están registradas o nunca denunciaron. El análisis evidencia también que prácticamente no existe una sola estructura de las Farc a nivel nacional que no tenga casos de violación de mujeres.

Los testimonios de las víctimas son estremecedores y dejan en evidencia un nivel que raya en la barbarie. Uno de ellos es el de cinco mujeres de una misma familia, con rangos de edad entre los 9 y 70 años de edad, que fueron abusadas sexualmente sin razón alguna. También están los de mujeres embarazadas que fueron víctimas por el simple hecho de ser familiares o conocer a alguien en las Fuerzas Armadas. No menos dramáticas son las declaraciones de mujeres que fueron violadas por grupos de hasta diez guerrilleros quienes, adicionalmente, obligaron a sus hijos y esposos a presenciar el abuso. Como estos son decenas de casos que están en la Defensoría, el ICBF y la Fiscalía a los que tuvo acceso SEMANA, que se abstiene por razones obvias de seguridad de revelar la identidad de las víctimas (ver recuadros).

El trabajo que está realizando la unidad de análisis y contexto de la Fiscalía busca determinar si, como ocurrió con los grupos paramilitares en su momento, la violación de mujeres de las Farc se trató de una política sistemática por parte de ese grupo. La importancia de esa labor, más allá de prestarle por primera vez atención a las víctimas sexuales de la guerrilla, consiste en que de probar la sistematicidad de esa conducta se trataría ni más ni menos que de crímenes considerados de lesa humanidad. Falta ver las consecuencias jurídicas que esto tendría y el impacto que esto pueda tener sobre los diálogos en La Habana. Por ahora lo que sin lugar a dudas es meritorio es que estos crímenes olvidados saldrán a la luz.

martes, 28 de julio de 2015

Denuncias Inivisibles en Colombia

Las personas que realmente me conocen saben que una de mis pasiones es la investigación y redacción sobre temas de derechos humanos. El tema de las violaciones de derechos humanos es algo que me indigna no sólo como mujer sino como ser humano, porque son injusticias que no distinguen sexo, edad ni nacionalidad.

Me convertí en blogger en el 2008, después que ví en HBO el documental “The Greatest Silence: Rape in the Congo” que mostraba una realidad que en ese entonces desconocía: las violaciones en la República Democrática del Congo como arma de guerra. Congo es considerado “el peor lugar en la tierra para ser mujer” y tiene el peor índice de violencia sexual del mundo. Se han registrado 1.152 víctimas de violación diarias, lo que equivale a 48 violaciones por hora. Pero como si no bastará con la escalofriante cifra, las violaciones en Congo no se tratan del desahogo de un hombre, sino que tienen el objetivo de acabar con la identidad de sus víctimas, generar el repudio hacia ellas, expulsar a la gente de sus pueblos y finalmente tener el control de las tierras. Por eso en las violaciones de Congo, los agresores introducen objetos cortantes, punzantes y productos tóxicos, en los cuerpos de sus víctimas con el fin de también destruir sus órganos reproductores.

Después de abrir los ojos a esta realidad que vive Congo, decidí ayudar a ser la voz de estas víctimas y crear "Mujeres del Congo" un blog para publicar las escasas noticias que se consiguen y reportes que me mandan algunas ong's para poner estas historias en el punto de mira. El blog ha tenido un importante impacto y respuestas a nivel mundial -sobre todo en España e Italia- y está en el ranking de los blogs de DDHH es español más leídos según Google, con más de 45.000 visitas.

Todo esto es para ponerlos en contexto sobre la razón de este nuevo blog. Colombia vive desde la decada de 1960 aprox. un conflicto armado interno a causa de la guerrilla, los grupos paramilitares y el narcotráfico, y detrás de esta guerra hay un sinnúmero de violaciones de derechos humanos que tienen mucho en común con las víctimas del Congo: esclavitud sexual, violaciones, desplazados, secuestros,  posesión de las tierras, minas antipersonas, entre otros.
UNICEF también alertó sobre la incidencia de violaciones sexuales a niños "Cada hora dos niños son victimas de abuso sexual". Por otro lado, los ataques con ácido ya han alcanzado un nivel comparable con Afganistán o Bangladesh. De hecho, según un análisis de la web española feminicidio.net, Colombia se sitúa en el primer lugar de paises en el mundo que sufren ataques con ácidos a mujeres.

Pero pese a esta problemática social nacional y a las denuncias, la impunidad es otra crueldad que sufren las víctimas, por eso desde hoy este blog publicará sobre las “Denuncias Invisibles en Colombia” y sacará a la luz estas noticias que poco rotan en nuestros medios de comunicación.

Para ayudar solo tienes que compartir los artículos en tus redes sociales para que la información llegue a más personas!